Aquellos iraníes que quieren vivir su fe en Jesús de forma libre son llevados a la prisión, donde son muchas veces torturados e interrogados.
Seguir a Jesús en Irán es enfrentarse a la exclusión de la familia y de la sociedad, no tener un lugar donde trabajar, no poder estudiar, no tener acceso a la atención sanitaria, ser arrestado, secuestrado o torturado, enviado a campos de trabajos forzados e incluso ser asesinado.
Fuente: Puertas Abiertas