Según un estudio reciente del Centro de Investigación Pew, el 22% de los adultos estadounidenses se consideran “espirituales, pero no religiosos”. Este grupo percibe a la religión organizada como divisiva o propagadora de intolerancia, lo que concuerda con el declive de algunas prácticas religiosas tradicionales.
Dentro de este grupo, el 73% cree en un poder superior, pero sólo el 20% cree en el Dios de la Biblia. Muchos de ellos asignan características espirituales a la naturaleza o a las cosas creadas, lo que sugiere una interpretación más personalizada y menos dogmática de la espiritualidad.