Para mantener su fe, la cristiana huyó a China, sin embargo allí fue descubierta y enviada a uno de los campos de trabajos forzados del gobierno norcoreano.
Las mujeres como Hea-woo que consiguen escapar de Corea del Norte a China corren el riesgo de ser víctimas de la trata de seres humanos. Por suerte, muchas encuentran la oportunidad de escuchar el Evangelio y ser acogidas a través de un proyecto de la organización humanitaria Puertas Abiertas.